Estación Queguay. Pueblo Lorenzo Geyres | MANUEL LOSA ROCHA

MANUEL LOSA ROCHA
Estación Queguay. Pueblo Lorenzo Geyres
LOSA EDICIONES

Historias, costumbres y personajes de un típico pequeño pueblo de tierra adentro, con quinientos habitantes y casi cuatro nombres. A cuatrocientos kilómetros al noroeste de la capital, la realidad tal cual es, con algunos pasajes novelados que realzan la narración. Minucioso y descriptivo relato, incursionando por lo autobiográfico con cierto aire de nostalgia. Descripción de algunos de los personajes destacados y sus variadas actividades, de un pueblo del interior del Uruguay profundo que vive con una gran ilusión, la luz eléctrica, pero que a través del tiempo es absorbido y al mismo tiempo abandonado por el progreso. Dos casas de Ramos Generales, el boliche del Tono Acosta, un kiosko policial a veces con un agente, dispensario de Salud Pública atendido por una señora que sabía poner inyecciones y el orgullo del pueblo la Escuela Pública. Y lo que no debería faltar en ningún poblado de tierra adentro, la barbería del pueblo, además Agencia de la Empresa ONDA y casi consultorio de psicólogo, con su titular, don Ramón, presidente y director técnico al mismo tiempo del Queguay F.C., analista y generador de consejos de todotipo. La flor del poblado y que dio origen al nombre que soporta todos los embates de cambio, la Estación Queguay, solo protagonista por unos pocos minutos, dos veces al día. Así era en aquellos tiempos... El joven emigrante español, desarraigado pero al mismo tiempo adaptado a su nuevo hábitat, solo, único de su familia en la tierra que el destino le signó cuando se alejó de la casi miseria de la Galicia de aquellos tiempos, reencuentra en aquel lugar opaco el calor familiar, que lo convierte en uno más, Acepta el cariño inmenso pero se resiste a prender raíces en el lugar, en una época de incertidumbre y convulsión social acentuada por la guerrilla tupamara de fines de la década del '60 y principios delos años'70. El incentivo de su amigo Armando Blanco Martínez en la villa de Cacheiras, Teo, de su Galicia natal, muchos años después, que quiere saber más, lo anima a contar estas historias, forjadoras de un afecto entrañable anidado para siempre en su corazón. Un homenaje al ayer y el colorido de un entorno y su gente.