La arquitectura de la humana condición situada | Néstor Casanova Berna

Néstor Casanova Berna
La arquitectura de la humana condición situada
GENERAL

Nuestras máquinas arquitectónicas de habitar estrujan la vida en el uso. Pero una arquitectura humanista, que honra la vida de los sujetos, ha de dar lugar a ésta, más que constreñirse al servicio de su operación. Vivir situado es mucho más que servirse de una máquina de habitar. Vivir situado en una arquitectura que crece es encontrarse con las condiciones en donde la propia vida pueda tener lugar. Y porque hay que hacer lugar a la vida, la arquitectura que crece debe proliferar en holguras, allí donde la arquitectura convencional se angosta en mínimos reglamentarios. La arquitectura que crece lo hace hacia el interior recóndito de sus amplitudes, de sus generosidades prudentes, en sus reservas. Es que hay lugar en la arquitectura que crece porque el lugar se abre, hospitalario y siempre se reserva una cuota de bienvenida. Es que una arquitectura que crece es pródiga en su amparo. Para una arquitectura que crezca, no hay otra prefiguración posible que una prefiguración humana. En efecto, la arquitectura debe abandonar toda expectativa de simplificación geométrica, histórica o tectónica para prestar mucha atención a las improntas que realiza el cuerpo en los lugares. Son los gestos, las acciones, las coreografías, las fuentes cabales de prefiguración a las cuales deberá contornearse de un modo puntual y reciproco. Mas aún: tal prefiguración, además de humana, deberá, por fuerza, resultar humanista. Esto, en un sentido verdadera' mente contribuyente, Es preciso dotar al cuerpo humano y su desempeño liberado todo el poder determinador de una forma que deberá crecer hasta bordearlos con diseño arquitectónico con generosidad, hospitalidad y decoro.