La tumba del nadador | Nicola Bottiglieri

Nicola Bottiglieri
La tumba del nadador
Rumbo

Thomas Stern Eliot dice que hay que viajar en el tiempo así como se viaja en el espacio. Ir a lugares lejanos del mundo, pero también a los siglos oscuros de la historia. No solo a Tierra del Fuego o al Cuerno de África, también hacia Virgilio, Homero, al grupo escultórico del Laocoonte y a las pinturas rupestres de Altamira. Si uno viaja en el espacio y en el tiempo mezclados, entonces puede ver al padre de los dioses en el lago del EUR de Roma, encontrar en una isla del Caribe al hermano de Telémaco, reconocer el rostro de Apolo en los rasgos de un somalí que vende caracoles en la playa de Gesira, cerca de Mogadiscio, y recitar los versos de Homero cuando encuentras una esfera de vidrio en la que una sirena de plástico se cubre de nieve de poliestireno. En fin, puede enterrar con lágrimas de tinta al amigo:suicida en la tumba del nadador dejándolo descansar en la eternidad del mito. Esto pasa cuando uno viaja en el espacio y en el tiempo mezclados, cuando confunde los meridianos con los paralelos, los siglos con los minutos, los dioses con los compañeros de escuela. | Si en cambio queremos olvidar el vértigo del tiempo y reencontrarnos con nuestra geografía personal, entonces hay que volver a los lugares de donde salimos, sabiendo que no existen más, porque el tiempo es un río que fluye al revés de los recuerdos y a menudo destruye lo que anteriormente hizo florecer. Solo entonces entiendes, cuando has llegado al ocaso de tu vida, que no fuiste tú quien trazó el camino sino que fueron tus raíces, que siempre te han perseguido hasta llevarte al lugar en que te estaban esperando, donde la casa y la calle coinciden siempre, el pasado y el presente se funden y el futuro no es otra cosa que la más luminosa de las incertidumbres.